La mente controlada por la naturaleza pecaminosa es homicidio, pero la mente controlada por el Espíritu es vida y paz. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su consorte, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su marido. Ni el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa